La ciudad de La Habana, envuelta en penumbra, lanza desde sus paredes una mezcla de mensajes políticos, sociales y culturales. La fuerte tradición del cartelismo postrevolucionario convive con la ilustración contemporánea, expresiva y simbólica, donde se esconden las inquietudes de la nueva generación cubana. Los dos mensajes, pragmático y artístico, ya comparten el espacio urbano, desde hace años creando una nueva corriente , que contrapone el objeto artístico al pragmatismo extremo de los servidores a la revolución. Y es el diseño gráfico contemporáneo que, más allá de las discrepancias y el debate pro-y anticastrista, intenta reivindicar la necesidad de introducir una vertiente artística en la función utilitaria del diseño. El defensor de este punto de vista es Nelson Ponce, diseñador gráfico, ilustrador y, quizás, una de las figuras más interesantes en el mapa del diseño gráfico cubano contemporáneo.

Nacido en La Habana en 1976, Nelson pertenece a la nueva generación de los diseñadores cubanos, que ofrecen una visible ruptura en la imagen y estética e incorporan el compromiso social en sus trabajos. En su obra, tanto individual, como colectiva, Nelson señala la necesidad de aportar una visión personal del diseñador. “Aun siendo el intermediario entre el comunicador y el receptor, es importante que el diseñador ponga algo de sí mismo, de su inquietud, de lo que le impresiona, de lo que le conmueve”, afirma. Uno de los ejemplos de esta lucha por la conciliación de lo funcional y lo artístico en el diseño fue su colaboración en el proyecto “Comikazes”(juego de palabras que implica el cómic como soporte o recurso expresivo), una exposición colectiva de diseñadores gráficos y de vestuario que tuvo lugar en la Habana en el año 2008. Desde el principio se pensó como un proyecto abierto, integrador, con capacidad de desarrollar y explotar libremente cualquier idea, fuente , influencia o estilo, sin limitarlo a lo puramente utilitario. Pero en este camino el grupo de diseñadores ha tenido que enfrentarse a incomprensiones por parte de instituciones y personas que continúan considerando el diseño gráfico como un medio para comunicar, como un soporte estrictamente funcional. Pero la lucha mereció la pena. La exposición que incluía elementos de performance, piezas hechas con técnicas tradicionales y obras digitales, resultó todo un éxito o, según Nelson, “algo loco y divertido”, una prueba de que el diseño puede tener otras facetas dentro de su pragmatismo. “ Creo que es una exposición básicamente de diseño, pero el hecho de que no sea funcional la ubica en el terreno del arte”.

Este dualismo en la visión acerca del diseño acompaña al diseñador en cada uno de sus actividades. Nelson combina su trabajo como profesor del ISDi (Instituto Superior de Diseño Industrial), diseñador gráfico para instituciones de gestión cultural e ilustrador de libros infantiles con colaboraciones artísticas. La experiencia de trabajar conjuntamente con el grupo artístico Cameleon, formado por él y sus ex alumnos, fue una de las más fructíferas. Bajo este nombre el grupo realizó varias exposiciones, murales, ilustraciones infantiles e ilustraciones para la revista cultural “La Jiribilla de papel” (Revista de cultura cubana, difundiendo el fenómeno de “la grafica experimental” que determinó un cambio en la percepción del diseño gráfico por la sociedad cubana. “Siempre entre los diseñadores han existido aquellos con inquietudes creativas, más allá de la función del diseño. A veces se piensa que son excluyentes, yo creo que no, un diseñador puede generar piezas enteramente funcionales y también en otro sentido desarrollar un tipo de obra que dentro de los parámetros del diseño, exprese las inquietudes e ideas como individuo de ese diseñador. Soy uno de esos…”, afirma Nelson. (“Entrevista al diseñador gráfico e ilustrador cubano Nelson Ponce” por Maite Hernández-Lorenzo).

Irina Lokteva. Alumna de Diseño.